Energía Femenina

Escuché sobre la energía femenina hace algunos años cuando decidí embarcarme de lleno en este camino de desarrollo personal.

En alguno de los primeros trabajos que realice acompañada, me indicaron que mi energía femenina estaba totalmente desequilibrada. Sin entender muy bien de qué se trataba, lo primero que se me ocurrió es que algo estaba mal conmigo, ¿Qué mi energía femenina estaba desequilibrada? Bueno pero qué locura era esa, pensaba. Asocie de inmediato este concepto con la “femineidad”, aquello que la sociedad a las mujeres de mi generación, tanto nos impuso. “Las mujeres lindas son las que tienen el pelo largo” decía mi madre y seguía “¿Cuándo has visto una reina de belleza con pelo corto?”. Cosas tan básicas como usar el pelo a ras para las chicas de nuestra generación era igual a ser “marimacha” y ni qué decir de la depilación. Crecimos con el “Manual de Carreño”, aquel odioso libro de urbanidad que aún un siglo y medio después de escrito era obligado a seguirlo. Este famoso librito, nos decía que tener vellos en distintas partes del cuerpo (lo más natural del mundo) era un acto de poca urbanidad! Aplaudo a las chicas que como mi hija no asocian su femineidad con el respetar un proceso natural, tan natural como tener ojos, riñones o corazón.

En mi intento de racionalizar aquello de la energía femenina hice un rápido escaneo al cumplimiento de estas “normas sociales”. Bueno, soy algo malgeniada, poco dulce, tengo un cargo profesional que típicamente ocuparía un hombre, pero aparte de eso cumplía con todo lo demás: sé cocinar, tenía el pelo largo, usaba tacones, me arreglaba las uñas, etc, una locura por cierto. Mi terapeuta en ese momento me recomendó tomar unas gotas homeopáticas durante 30 días y según ella todo iba a ir mejor. ¿Qué tenía que ir mejor?, cada vez entendía menos. Por supuesto no tomé las gotas, aunque me esforcé por ser un poco más “dulce”. Al poco tiempo decidí dejar de lado el asunto. 

A partir de ahí y de manera recurrente seguía escuchando que mi energía femenina estaba desequilibrada. Mientras más me adentraba en este camino, empecé a entender de qué se trataba esto, pero curiosamente lo que entendí es porque mi energía masculina era dominante. Se me hizo obvio: un padre ausente, con lo que tuve una madre que hizo de mamá y papá; mi madre murió muy pronto y de ahí en adelante me las apañe sola; fui mamá soltera y llevo más de 20 años en cargos de liderazgo. “Bueno, tiene que ser así, no puede ser de otra manera” pensé; aun así me seguía persiguiendo la duda de como despertar mi energía femenina y no daba con el chiste. “Que trabajar el hemisferio derecho” escuché, entonces empecé a tomar clases de baile y me sentí bien, hasta que alguien me dijo que esto funcionaba si la creatividad se dejaba fluir sin ser guiada, entonces por ahí no era, aún así seguí bailando porque me encanta, pero sin poderme responder ¿Cómo equilibrar mi energía femenina?

Hace poco, otra terapeuta me volvió a recordar aquello de reconciliarme con mi energía femenina y su enfoque fue curioso: los consejos incluyeron ponerme más faldas, ondear el cabello al caminar y ser un poco más delicada y coqueta; quedé bastante perdida y volví al inicio. “Por ahí no es” dijo mi intuición, pero olvidó darme pistas de por dónde sí. 

Unos días después, tras haber transitado por algunas situaciones personales complejas, tuve un “aha moment”, un instante de lucidez dónde entendí que para equilibrar mi energía femenina lo primero que debía hacer era trabajar en mi energía masculina para equilibrar esta primero y dejar que la femenina floreciera por sí sola sin forzarla. 

Así que hice la tarea de entender el verdadero problema y me hice la pregunta clave: ¿Qué se esconde detrás de mi energía masculina? Miedos, es la respuesta; resistencia a permitirme cosas que me hacen sentir vulnerable. Permitirme recibir (energía femenina) es un sinónimo de debilidad al no ser capaz de proveer (energía masculina). Dejar de ser controladora (energía femenina) es sinónimo de perder mi liderazgo (energía masculina) y un montón de cosas más.

Reconocer que hay miedo detrás de mi energía masculina y reconocer también que mi postura ante la vida no depende de las cualidades que afloran desde ahí y que no voy a dejar de tenerlas, me han permitido transitar el miedo y la vulnerabilidad. El miedo cansa; he utilizado mi energía masculina, sin saberlo, como una tabla de salvación y un escudo para afrontar la vida y sus complejidades, pero el reconocer mi agotamiento y el verbalizar que sí quiero ser sostenida, que sí quiero recibir, que sí quiero tomar más decisiones a partir de mi intuición y mis corazonadas y que quiero fluir con la vida y no enfrentarme a ella, han abierto un canal por dónde mi energía femenina ha ido fluyendo sin forzarla, sin gotas homeopáticas y sin más faldas.

La energía femenina no debe ser mal entendida ni confundida con el “ser femenina”. Trabajarla en mi caso, se trata de reconocer mis vulnerabilidades, mis miedos y lo que implica para el inconsciente el tener una energía más fuerte que la otra. Entender por qué, ha sido fundamental para generar el camino por el cual empiezan a equilibrarse estas dos energías que nos integran como un todo.

Rocio Consuegra. Mentora en desarrollo personal y terapeuta holística. Creo espacios de sanación emocional dónde cada persona puede reconectar con su propósito de vida y habitarlo con presencia, sentido y autenticidad.

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